The Last Tenant fue una exposición realizada en una casa modernista en Palmas 1145, en la Ciudad de México —un espacio con poca historia documentada, pero cargado de detalles sugerentes. A través de huellas sutiles en sus materiales y disposición, la casa invitaba a imaginar las vidas que alguna vez la habitaron.
Tras un año que desafió nuestra percepción del tiempo y los valores, la muestra propuso un diálogo atemporal entre artistas y diseñadores. Algunas obras invitaban a detenerse y reflexionar; otras parecían haber esperado ser redescubiertas, encontrando nueva resonancia en el presente. The Last Tenant se convirtió así en un contenedor de narrativas superpuestas, donde la memoria y la materia convivieron de forma silenciosa y significativa.